Del informe que pretende describir y analizar los resultados de la fase inicial de un proyecto más amplio titulado “Estudio cuanti-cualitativo sobre la discriminación de género en el sistema educativo”, 1997.Esta investigación busca entregar elementos conceptuales y empíricos que iluminen la naturaleza de las relaciones profesor(a)-alumno(a) desde la óptica de las teorías críticas y etnografías de la educación. En concreto el problema a estudiar es el de las conductas discriminatorias de los profesores hacia sus alumnos(as) no debido a exigencias del currículum escolar, sino por ser partícipes de una ideología sexista.
La hipótesis orientada es: en la “escuela” se reproducen las mismas pautas que prevalecen en la cultura dominante en materia de género.
Una premisa inicial en esta investigación es que los establecimientos educacionales están formados por actores que no se aproximan ni interpretan la realidad orientados exclusivamente por las declaraciones de principios del sistema educativo (equidad, igualdad de oportunidades de aprender, etc.), sino que actúan en la práctica provistos de parámetros diversos cuyo origen, como ya señalamos, radica en el contexto social particular donde cada cual se ha desarrollado. En otras palabras, las creencias, actitudes y normas habituales del profesor en tanto persona se expresan y reproducen en su quehacer en el aula y condicionan, muy especialmente, el contenido de las relaciones sociales objeto de este estudio.
En cuanto a las primeras conclusiones del informe podemos mencionar las siguientes:
Tanto hombres como mujeres consideran que sus profesores discriminaban ya sea positiva o negativamente entre alumnos y alumna, y también ambos sexos juzgan que los profesores varones discriminan en mayor medida.
En ambos casos los entrevistados califican la conducta del profesor como un trato desigual para alumnos y alumnas debido a alguna razón implícita o explícita.
Alumnos y alumnas califican al sexo opuesto como receptores de mayores favores del profesorado que el propio.
Razones paras las discriminaciones de género:
Ø En el caso de los hombres
Las conclusiones sobre la relación profesor-alumna fueron en un primer lugar que en la “escuela” imperan concepciones y pautas similares a las de la sociedad, en otras palabras según los alumnos los profesores en su rol profesional actúan como modelos inspirados en padre-hija (protección, ayuda, favorecimiento, privilegio) y/o el de hombre-mujer (seducción). Utilizan por lo tanto los mismos valores y normas que regulan las relaciones de género en nuestra cultura y esto se mostraba en actitudes benévolas , privilegios, trato preferencial , entre otras.
Uno de los testimonios que demuestran lo anterior:
Roberto: (…) bueno, el trato de los profesores con respecto a las alumnas de repente era bien agujón, pa` que estamos con cuestiones, eran terriblemente agujas los profes…
Entrevistador: ¿Cómo aguja?
Roberto: Porque le iban a preguntar algo…ah! mijita…le agarraban la cintura así, la atracaban hacia ellos cacha`i y uno se daba cuenta de estas cuestiones…
Bueno, después cuando iba en primero medio más o menos había algunas cosas que encontraba injustas. Por ejemplo, de repente las niñas se ponían a llorar porque les había olvidado una tarea importante, en pruebas les iba requeté mal y los profesores les daban otra oportunidad.
Una posible explicación de este síndrome podría descansar en una adhesión encubierta e inconsciente al rol tradicional de mujer. Por mucho que el discurso educativo sea racional y formule ideales de igualdad de género y de equidad en la distribución de oportunidades entre ambos sexos para alcanzar los planes de vida deseados, estos postulados no se practican. Los profesores con su conducta efectúan una suerte de socialización anticipada al modelar en las alumnas los rasgos básicos de la mujer de la cultura vigente.
Ø En el caso de las mujeres:
Las conclusiones fueron varias, por un lado las mujeres reconocen haber sido objeto de discriminación positiva de parte de sus profesores lo atribuyen mayoritariamente a que la práctica de los docentes se orientaba por los valores, creencias, estereotipos y normas generales que rigen en nuestra cultura para la relación hombre-mujer (pautas generales del comportamiento ideal al rol masculino).Por otro lado las alumnas identifican entre sus profesores a padres machistas, protectores, cariñosos y también a hombres seductores, espectro que obviamente no está consultado en el ámbito del deber ser predicado para los profesores.
Cabe señalar que en la visión tradicional de alumna, las virtudes predicadas deben cumplirse en el ámbito privilegiado de competencia que el profesor adjudica a la mujer, a saber, el ámbito doméstico, punto en que esta visión coincide con la machista. Las mujeres ven que la relación profesor-alumna envuelve predominantemente una discriminación negativa.
Uno de los testimonios que demuestran esto:
Cecilia: (…) A las mujeres el colegio les tenía como regla la forma de sentarse, con los pies juntos, no medían el uniforme pero trataban de que fuera largo, el peinado era el pelo tomado. En el hombre sólo se exigía el peinado, pero no se le imponían reglas para sentarse, sólo se les sugería que se sentaran apoyando la espalda en el respaldo del asiento.
Ø Comparación de ambos sexos
La gran diferencia radica en que los alumnos se sientan discriminados o perjudicados porque a sus ojos los profesores recurrentemente benefician a las alumnas, ya sea porque las protegen o intentas seducir a través de granjerías; y las alumnas, por su parte, se sienten menoscabadas consideradas “tontas”, por el machismo o por el “tradicionalismo” de las autoridades y profesores de la escuela.
Para las mujeres el machismo aún está presente. Los hombres, en cambio, creen que el pilar fundamental en la existencia de todo hombre es hacerle la vida fácil y grata a las mujeres.
Si comparamos los juicios y opiniones de alumnos y alumnas, ambos coinciden que hay mayores exigencia formales para las mujeres debido a que buscaban que fueran una “Señorita” pulcra, disciplinada ordenada, con mejores modales, etc.
La conclusión final expuesta en el informe nos habla de que la formación pedagógica recibida por los profesores no revierte o desautoriza a los valores y creencias interiorizados en el quehacer cotidiano. Por otro lado, puede concluirse que los alumnos(as) piensan que la imagen ideal de mujer manejada mayoritariamente por sus profesores(as) está construida a partir de los mitos de la antigua sociedad machista chilena que encierra, en último término, a la mujer en el rol adscrito de esposa y madre, eliminándole la posibilidad de ejercer roles diferentes a los nutritivos o de servicio. El discurso oficial de la educación se promulga a la equidad y a la democracia pero la práctica docente está plagada de tratos inequitativos, ya sea manifiesto o encubierto, que se originan fundamentalmente en los contenidos de la socialización primaria recibida y se expresan con singular claridad en la perspectiva de género.
Los profesores son sujetos particulares que reproducen en la escuela sus esquemas, su cosmovisión y al hacerlo transforman, muchas veces, el sentido del currículum escolar.
Los Actores del proceso educativo actúan al interior del sistema no profesionalmente, sino del mismo modo que lo hacen hombres y mujeres en sus quehaceres cotidianos, orientados simplemente por los valores recibidos a través de su socialización informal.
Para terminar se puede sostener que él (profesor) juzga y evalúa a sus alumnos según su particular manera de pensar y sentir, y este condicionamiento de su actuar lo convierte en un discriminador potencial, capaz de atentar, en determinadas situaciones, contra el ideal oficial de la igualdad de oportunidades en la educación. Lo anterior niega el énfasis imperante acerca del carácter técnico del rol del profesor, que tiende a ocultar el peso de ideologías recurrentes en la práctica pedagógica.