lunes, 18 de abril de 2011

Introducción

¿Qué es ser hombre y qué es ser mujer? Todas las sociedades tienen sus propias definiciones del hombre y de la mujer, en ellas se incluyen afirmaciones respecto a rasgos de la personalidad, aptitudes y capacidades intelectuales, manuales y sociales. Estas definiciones hacen referencias a dos ámbitos distintos de fenómenos: lo biológico por una parte, y lo cultural por la otra.
El concepto sexo incluye al conjunto de características biológicas que diferencian a machos de hembras. Se trata de rasgos congénitos y universales.
El concepto género, en cambio, corresponde al conjunto de “características psicológicas o de personalidad que diferencian lo masculino de lo femenino es una construcción cultural cada sociedad tiene un ideal de hombre y de mujer y establece los mecanismos para asegurar que sus miembros adquieran, desarrollen y reproduzcan las características especiales según su género”. Por lo tanto, este término corresponde a lo que cada grupo humano va a entender por femenino y masculino.
En la sociedad ente concepto de género está cargado de estereotipos que se inician en la familia, se ven completados y legitimados en la escuela y reforzados por los medios de comunicación.

Es necesario, si vamos hablar de discriminación, entender que es, y para esto a continuación presentamos unas  definiciones  y una definición sobre discriminación de género que es  el tema que abordaremos.
 “Toda distinción, exclusión, restricción, o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades.”
“Discriminación o acción y efecto de discriminar. Esta ocurre en dos planos, uno, muy general, donde la noción denota separar, distinguir y diferenciar. Un segundo plano, lo constituye el atribuir a una persona o colectividad inferioridad por motivos sociales, políticos, religiosos, etc. Y darle, en virtud de ello, un trato más que de desigual, de inferior.   (Vergara, 1997)
Discriminación de género: Se entenderá como un trato de inferioridad dado por algunos a la mujer por la adhesión, más o menos consciente, a un paradigma ampliamente difundido que la describe como dependiente y secundaria del hombre en virtud de un orden natural prescindente de toda raíz sociocultural.

A continuación revisaremos las distintas formas en las cuales se invalidan, se oprimen y se niegan algunas de las características otorgadas a cada género.

Familia, Escuela y Sociedad

Cada género posee ciertas demandas y expectativas sociales, es en el seno de la familia donde se reproducen y asimilan dichas pautas de comportamiento, creando diferencias entre hombres y mujeres, estas diferencias en la edad adulta se traducirán en la asunción de papeles y roles propios de cada sexo  que según distintos autores se manifiestan por ejemplo en la elección de una profesión. 

La escuela es considerada la institución inminentemente social y por ende responde a la sociedad, transmite la cultura del país en el que se encuentre, valida valores, etc. Entonces es innegable que juega un rol en la construcción de la identidad sexual y la valoración de género.
Las desigualdades entre hombres y mujeres son cultivadas en la escuela  a través del currículum oculto, nos referimos a este cuando hablamos de las normas y valores que son implícitas pero eficazmente enseñadas en la escuela y de las que no suele hablarse en las declaraciones de fines u objetivos del establecimiento educacional.
El currículo oculto abarca normas y valores, actitudes en general, organización del centro educativo, relaciones interpersonales, el mundo imaginario de las expectativas, esquemas y proyectos amorosos y de vida, los cuales conforman los modelos de género.

A través de este lo que podría llamarse una “pedagogía oculta de género” ”, que transmite aquellas creencias, concepciones, en definitivas todas aquellas tradiciones pertenecientes a ambos géneros, es decir, el rol que a cada uno le concierne, se pretende inculcar y validar las expectativas sociales que se tienen de hombres y mujeres.
Respecto al hombre la sociedad tiene como expectativas que sea independiente, que se ocupe de las cosas, sea alguien, desempeñe un valor importante, etc. Respecto de la mujer la sociedad tiene fundamentalmente la expectativa de que sea la que seduzca al varón y que forme una familia (como si la familia la formara solo ella). Se cree que los intereses masculinos son la ciencia, los inventos, el comercio, el deporte, las maquinas, el riesgo, la aventura, etc. Mientras que los intereses de la mujer giran en torno  a los sentimientos, el trabajo más sedentarios y el ámbito domestico y relacional.
De este modo la mujer se ve obligada a irrumpir en el mundo de los hombres y no al contrario, bajo esta perspectiva el mundo fuera de los sentimientos y el hogar está diseñado para los hombres.

La sociedad constantemente tiende a naturalizar las cosas, pero esto tiene su raíz en cosas tan básicas como la elección de los juguetes, la forma de vestir, las reglas de comportamiento y formas de actuar (“tú no puedes jugar así porque eres una señorita” “los hombres no lloran  ¿oh eres marica?”), etc. Estas ideas se van interiorizando en cada sujeto hasta el punto que se han ido legitimando y reproducido sin cuestionamiento, es verdad que biológicamente la maternidad es exclusiva de las mujeres, pero eso no implica todas las otras conductas sociales que se han ido formando en torno a ellas el rol social se ha construido y naturalizado por la sociedad, como consecuencia sean creado las desigualdades, la falta de oportunidades, la jerarquización de las labores (“es que desde que ella empezó a trabajar el niño bajo las notas”) y por supuesto las sanciones que implica salirse de esta norma, por ejemplo un niño que le atraen las cosas que hacen sus compañeras antes de jugar al futbol se le trata de poco hombre, pues esas conductas no le pertenecen su sexo, y esta distinción las hacen sus propios compañeros/as de clase, ahí es cuando observamos cómo se manifiesta aquello que hemos aprendido fuera de la escuela y esta lo reafirma, ya sea porque un/a estudiante se da cuenta que aquello que aprendió en casa acá es igual y los demás piensan lo mismo entonces ocurre un proceso de validación de estas conductas, aquí vemos también como nacen las conductas homofóbicas.
La escuela en este sentido no da posibilidades de otra realidad a los/as niños/as sino que reafirma aquello que está en la sociedad y la familia enseño. La escuela no es neutra potencia aquello que la sociedad demanda.

Por otra parte los medios de comunicación fomentan y reafirman las representaciones de cada sexo, aquellas que la familia introduce y la escuela reafirma; en este sentido es importante destacar el papel que juegan los medios ya que aunque no son parte directa de la escuela están insertos en lo que llamamos educación informal de manera permanente, considerando que vivimos en una sociedad donde el principal medio de información es la televisión.

Responsabilidad Docente

La escuela enseña los patrones culturales y tiene su manifestación en diversos actos como en la investigación que se realizó en el año 2000 a través de entrevistas a profesores y profesoras de colegios mixtos, cuyos resultados exponen que cuando un niño obtiene buenas calificaciones el profesor alaba su inteligencia y creatividad como algo innatas en él, al contario cuando una niña obtiene buenos resultados señalan que es producto del esfuerzo y de la disciplina escolar, quitándole los meritos que le son atribuidos a los niños. Este tipo de evaluación logra internalizar en las niñas el sentimiento de inseguridad que se expresa cuando son adultas en la vida laborar debido a que no confían en sus capacidades y tendrán que esperar al príncipe que las rescate mientras ella lo espera como la débil princesa que encontrará su feliz por siempre a su lado.

Los profesores se mueven bajo ciertos estereotipos sociales acerca del orden y la disciplina, atribuyéndoselas a las mujeres como virtudes innatas, al contrario en los hombres estas pareciesen que deben enseñarse, muchas veces se refieren a los niños como “más libres” que las niñas.
En este mismo sentido, las docentes se ven ellas mismas como la segunda mamá de sus estudiantes, mientras que los docentes tienen una relación con menos tensiones con los estudiantes; esto alude a que a las mujeres no se les prepara para asumir roles de liderazgo, ya que eso está, generalmente, atribuido a los hombres.

A pesar que las alumnas obtienen muy buenos resultados escolares, inclusive levemente superiores a los masculinos, repiten y desertan menos que ellos. Sin embargo, las mujeres adultas, por lo general se desempeñan en carreras y oficios “femeninos”, con responsabilidades muy limitadas y remuneraciones bajas. Esto sucede porque junto con enmarcar a las niñas en el dominio del logro y del conocimiento laborioso, los/as profesores están convencidos de que existen aptitudes e intereses “naturales” y “propios” de cada género: las niñas se orientan hacia las humanidades y las artes y los niños hacia la ciencia y la tecnología. Hay muchos elementos que permiten pensar que los intereses vocacionales no son innatos, sino que se generan en las costumbres, en la cultura, en las posibilidades que la sociedad y la familia ofrecen a cada género.

Los/as docentes propician que ambos sexos estudien lo más posible y sigan alguna carrera u oficio. Pero a la vez conciben el futuro de sus alumnas “en blanco”, es decir, no las imaginan en ocupaciones o profesiones precisas, ni se preocupan activamente por hacer que las muchachas, desde pequeñas vayan pensando en la actividad profesional que elegirán. Por esta omisión, indirectamente, refuerzan los patrones tradicionales.

En este sentido una de las tareas de la educación chilena es brindar a ambos sexos la posibilidad de incursionar en todos los dominios e intereses, independiente del género; la otra tarea es motivar a los niños para que se atrevan a optar por profesiones “femeninas” y viceversa, para así lograr igualdad en los trabajos.

El sexismo en los textos escolares

"Eliminar el sexismo de la educación y construir una escuela co-educativa requiere instaurar la igualdad de atención y de trato a niño y a niñas pero exige, además, rehacer el sistema de valores y actitudes que se transmiten, repensar los contenidos educativos. En una palabra, rehacer la cultura, reintroduciendo en ella pautas y puntos de vista tradicionalmente elaborados por las mujeres y poniéndolas a disposición de los niños y de las niñas, sin distinciones". (Subirats y Brullet, 1998, p, 148)
Las clases en las aulas no solo se basan en los currículos, sino que también, y con gran énfasis, en el uso de materiales didácticos como manuales escolares, libros de texto, etc. cuyo objetivo es servir de ayuda al profesor en sus clases y al alumno en sus tareas. Constituyen una serie de herramientas cuyo fin es ayudar en el proceso de enseñanza aprendizaje. 

Estos materiales didácticos ofrecen al profesorado una determinada selección de los saberes culturales. Por lo tanto constituyen un instrumento a través del cual se reproduce y se transmite el conocimiento legítimo en las escuelas. El real problema no está en que los libros de texto sustituyan al profesor en su trabajo de interpretar y de adecuar los contenidos escolares sino también en que este tipo de herramientas didácticas no son solo ayudas técnicas orientadas a facilitar la intervención pedagógica del profesor en la clase. Aunque su fin obvio sea ayudar a resolver los problemas más cotidianos de la práctica educativa y facilitar el aprendizaje de los alumnos, los libros de texto son la expresión de una selección social de los saberes culturales y de una determinada concepción de los objetivos y de los contenidos de la educación en nuestra sociedad. Los libros de textos reflejan y transmiten la concepción dominante sobre los contenidos legítimos de la escolarización en nuestras sociedades y por lo tanto sobre cual tiene que ser el capital cultural de las personas bien educadas.
La escuela al transmitir una visión de mundo, es decir, darle a los nuevos seres sociales el marco del cómo, cuándo y dónde de su modo de relacionarse con su entorno y con los demás individuos.
Dentro de los elementos con que el Sistema Educacional cuenta para realizar sus objetivos, el texto escolar es relevante por su amplia cobertura.
Especial importancia adquiere el texto escolar en los sectores rurales y/o de escasos recursos, donde este constituye prácticamente, el único material al cual los educandos tienen acceso para aprender a leer y escribir.

En un estudio, donde se trabajó con libros de Castellano de primer ciclo básico, se trató de ver la presencia de sexismo en los textos escolares. Hay que dejar claro que los autores del contenido de los libros tienen una participación equilibrada de hombres y mujeres, por lo cual llama aún más la atención la poca presencia femenina en los textos escolares.
Los libros entregan una visión del mundo laboral considera las actividades remuneradas un espacio esencialmente masculino, existiendo oficios exclusivos de los varones, como es el caso de los obreros y los transportistas. Entre las labores más características de los hombres figuran el ser profesor, campesino/agricultor y soldado; en el caso de las mujeres predominan el ser profesora, vendedora y bailarina. Siempre se observa una mayor diversidad de oficios desempeñados por hombres, limitando el campo laboral de la mujer.
A la mujer se le muestra haciendo actividades domesticas dentro de la casa, sin embargo, a los hombre se los muestra en actividades domesticas y familiares al aire libre. Esto restringe a la mujer a un espacio y unas actividades determinadas.
En los deportes y recreación las mujeres casi no son mencionadas, ya que se considera que ellas sólo realizan actividades sedentarias.
En este sentido, el protagonismo que las mujeres tienen en los textos escolares es muy inferior al del hombre, propiciando así una reproducción de la sociedad donde los hombres tengan el control y puedan decidir entre una amplia gama de posibilidades mientras que a las mujeres se les relega y se le da una importancia ínfima.

Los estereotipos sexistas


Cuando un grupo social se estereotipa se le aplican a todas las personas que pertenecen a este grupo una serie de características fijas que se predican como validas para todos ellos, quedando así, los rasgos personales invalidados. Aunque representen imágenes desvirtuadas y alejadas de la realidad resisten fuertemente ya que escapan a todo control razonable y tiene una función social que es crear y mantener una ideología social y prácticas que se apoyan en esos estereotipos que establecen y sostienen diferencias y jerarquías en la valoración de unos grupos por sobre otros.
Los estereotipos de género son unas de las formas que adoptan los estereotipos sociales apoyándose en el dimorfismo sexual de las personas. Los rasgos que definen os estereotipos de género dan a los individuos muchas posibilidades sociales pero definiendo límites medianamente precisos dependiendo de los factores socio histórico culturales para poder definir entre lo posible y lo imposible, entre lo que es y lo que no es.
Los estereotipos sexistas privilegian y sobrepasan los valores masculinos, por lo tanto es innegable la manifestación del patriarcado como universo simbólico global. Quienes escriben los libros de texto y quienes los usan participan en un sistema simbólico y lo reproducen en desigualdad y discriminación que legitimizan.
En los libros el sexismo puede ser explicito ya que se hace referencia primordial a uno de los sexos, quedando el otro oculto o invisibilizado. También se presenta el sexismo latente cuando se presentan visiones estereotipadas de los personajes, omitiendo actitudes y actividades que realiza determinado sexo, entregando modelos restringidos de identificación personal. Se puede decir que existe sexismo en los  textos escolares no solo cuando no existe una equiparación numérica entre hombres y mujeres que no muestra la diversidad de los papeles, igualmente cuando los textos se imitan a presentar una situación existente que es discriminatoria.
 
El sexismo es un problema social de desigualdad social, en tanto que las mujeres ven limitadas sus posibilidades y opciones sociales. La escuela valora la cultura masculina, generalizándola como humana, silenciando la cultura femenina.

Investigación: “Recuerdos acerca de la práctica docente en materia de género”

Del informe que pretende describir y analizar los resultados de la fase inicial de un proyecto más amplio titulado “Estudio cuanti-cualitativo sobre la discriminación de género en el sistema educativo”, 1997.Esta investigación busca entregar elementos conceptuales y empíricos que iluminen la naturaleza de las relaciones profesor(a)-alumno(a) desde la óptica de las teorías críticas y etnografías de la educación. En concreto el problema a estudiar es el de las conductas discriminatorias de los profesores hacia sus alumnos(as) no debido a exigencias del currículum escolar, sino por ser partícipes de una ideología sexista.
La hipótesis orientada es: en la “escuela” se reproducen las mismas pautas que prevalecen en la cultura dominante en materia de género.

Una premisa inicial en esta investigación es que los establecimientos educacionales están formados por actores que no se aproximan ni interpretan la realidad orientados exclusivamente por las declaraciones de principios del sistema educativo (equidad, igualdad de oportunidades de aprender, etc.), sino que actúan en la práctica provistos de parámetros diversos cuyo origen, como ya señalamos, radica en el contexto social particular donde cada cual se ha desarrollado. En otras palabras, las creencias, actitudes y normas habituales del profesor en tanto persona se expresan y reproducen en su quehacer en el aula y condicionan, muy especialmente, el contenido de las relaciones sociales objeto de este estudio.

En cuanto a las primeras conclusiones del informe podemos mencionar las siguientes:
  • Tanto hombres como mujeres consideran que sus profesores discriminaban ya sea positiva o negativamente entre alumnos y alumna, y también ambos sexos juzgan que los profesores varones discriminan en mayor medida.
  • En ambos casos los entrevistados califican la conducta del profesor como un trato desigual para alumnos y alumnas debido a alguna razón implícita o explícita.
  • Alumnos y alumnas califican al sexo opuesto como receptores de mayores favores del profesorado que el propio.
  • Razones paras las discriminaciones de género:  

Ø  En el caso de los hombres

Las conclusiones sobre la relación profesor-alumna fueron en un primer lugar que en la “escuela” imperan concepciones y pautas similares a las de la sociedad, en otras palabras según los alumnos los profesores en su rol profesional actúan como modelos inspirados en padre-hija (protección, ayuda, favorecimiento, privilegio) y/o el de hombre-mujer (seducción). Utilizan por lo tanto  los mismos valores y normas que regulan las relaciones de género en nuestra cultura y esto se mostraba en actitudes benévolas , privilegios, trato preferencial , entre otras.

Uno de los testimonios que demuestran lo anterior:

Roberto: (…) bueno, el trato de los profesores con respecto a las alumnas de repente era bien agujón, pa` que estamos con cuestiones, eran terriblemente agujas los profes…
Entrevistador: ¿Cómo aguja?

Roberto: Porque le iban a preguntar algo…ah! mijita…le agarraban la cintura así, la atracaban hacia ellos cacha`i y uno se daba cuenta de estas cuestiones…
Bueno, después cuando iba en primero medio más o menos había algunas cosas que encontraba injustas. Por ejemplo, de repente las niñas se ponían a llorar porque les había olvidado una tarea importante, en pruebas les iba requeté mal y los profesores les daban otra oportunidad.

Una posible explicación de este síndrome  podría descansar en una adhesión encubierta e inconsciente al rol tradicional de mujer. Por mucho que el discurso educativo sea racional y formule ideales de igualdad de género y de equidad en la distribución de oportunidades entre ambos sexos para alcanzar los planes de vida deseados, estos postulados no se practican. Los profesores con su conducta efectúan una suerte de socialización anticipada al modelar en las alumnas los rasgos básicos de la mujer de la cultura vigente.

Ø  En el caso de las mujeres:
Las conclusiones fueron varias, por un lado las mujeres reconocen haber sido objeto de discriminación positiva de parte de sus profesores lo atribuyen mayoritariamente a que la práctica de los docentes se orientaba por los valores, creencias, estereotipos y normas generales que rigen en nuestra cultura para la relación hombre-mujer (pautas generales del comportamiento  ideal al rol masculino).Por otro lado las alumnas identifican entre sus profesores a padres machistas, protectores, cariñosos y también a hombres seductores, espectro que obviamente no está consultado en el ámbito del deber ser predicado para los profesores.
Cabe señalar que en la visión tradicional de alumna, las virtudes predicadas deben cumplirse en el ámbito privilegiado de competencia que el profesor adjudica a la mujer, a saber, el ámbito doméstico, punto en que esta visión coincide con la machista. Las mujeres ven que la relación profesor-alumna envuelve predominantemente una discriminación negativa.

Uno de los testimonios que demuestran esto:
Cecilia: (…) A las mujeres el colegio les tenía como regla la forma de sentarse, con los pies juntos, no medían el uniforme pero trataban de que fuera largo, el peinado era el pelo tomado. En el hombre sólo se exigía el peinado, pero no se le imponían reglas para sentarse, sólo se les sugería que se sentaran apoyando la espalda en el respaldo del asiento.

Ø  Comparación de ambos sexos
La gran diferencia radica en que los alumnos se sientan discriminados o perjudicados porque a sus ojos los profesores recurrentemente benefician a las alumnas, ya sea porque las protegen o intentas seducir a través de granjerías; y las alumnas, por su parte, se sienten menoscabadas consideradas “tontas”, por el machismo o por el “tradicionalismo” de las autoridades y profesores de la escuela.
Para las mujeres el machismo aún está presente. Los hombres, en cambio, creen que el pilar fundamental en la existencia de todo hombre es hacerle la vida fácil y grata a las mujeres.
Si comparamos los juicios y opiniones de alumnos y alumnas, ambos coinciden que hay mayores exigencia formales para las mujeres debido a que buscaban que fueran una “Señorita” pulcra, disciplinada ordenada, con mejores modales, etc.

La conclusión final expuesta en el informe nos habla de que la formación pedagógica recibida por los profesores no revierte o desautoriza a los valores y creencias interiorizados en el quehacer cotidiano. Por otro lado, puede concluirse que los alumnos(as) piensan que la imagen ideal de mujer manejada mayoritariamente por sus profesores(as) está construida a partir de los mitos de la antigua sociedad machista chilena que encierra, en último término, a la mujer en el rol adscrito de esposa y madre, eliminándole la posibilidad de ejercer roles diferentes a los nutritivos o de servicio.
El discurso oficial de la educación se promulga a la equidad y a la democracia pero la práctica docente está plagada de tratos inequitativos, ya sea manifiesto o encubierto, que se originan fundamentalmente en los contenidos de la socialización primaria recibida y se expresan con singular claridad en la perspectiva de género.
Los profesores son sujetos particulares que reproducen en la escuela sus esquemas, su cosmovisión y al hacerlo transforman, muchas veces, el sentido del currículum escolar.
Los Actores del proceso educativo actúan al interior del sistema no profesionalmente, sino del mismo modo que lo hacen hombres y mujeres en sus quehaceres cotidianos, orientados simplemente por los valores recibidos a través de su socialización informal.

Para terminar se puede sostener que él (profesor) juzga y evalúa a sus alumnos según su particular manera de pensar y sentir, y este condicionamiento de su actuar lo convierte en un discriminador potencial, capaz de atentar, en determinadas situaciones, contra el ideal oficial de la igualdad de oportunidades en la educación. Lo anterior niega el énfasis imperante acerca del carácter técnico del rol del profesor, que tiende a ocultar el peso de ideologías recurrentes en la práctica pedagógica.

Un poco de historia...


El voto femenino     

La Revolución Francesa y las revoluciones liberales posteriores plantearon como objetivo central, la consecución de la igualdad jurídica, las libertades y los derechos políticos para todos los miembros de la nación. Sin embargo, esta igualdad solo concernía a la mitad de la humanidad; los hombres. Desde 1789 en adelante, algunas mujeres comenzaron a denunciar esta contradicción. El primer feminismo se concentró en alcanzar las libertades, los derechos y la condición jurídica de los hombres. Durante este primer periodo, el principal objetivo del feminismo fue la obtención del derecho a voto, con lo que nació el movimiento sufragista. Los grupos sufragistas más importantes fueron fundados en Inglaterra y Estados Unidos.
Los derechos políticos permiten a los ciudadanos designar los poderes del Estado y ejercer funciones públicas. La existencia de esta jerarquía permite a las mujeres conquistar poco a poco su plena ciudadanía. A finales del siglo XVIII, ninguna mujer gozaba de igualdad política. Ya finalizada la Primera Guerra Mundial, América Central y América del sur, Grecia, Australia, Italia, España y Québec aún no conocen la emancipación; Francia tendrá que esperar hasta 1946 y suiza a 1971. En este último serán necesario cien años de luchas y más de ochenta y dos votaciones.
Las mujeres chilenas lograron ampliar sus derechos políticos en el inicio de los año cincuenta, cuando se les reconoció el derecho a votar en las elecciones presidenciales de 1952. Una de sus más importantes representantes fue Amanda Labarca, la cual lucho incansablemente  por el voto femenino
El derecho de las mujeres al voto, que antes de 1914 se reivindicaba al mismo tiempo como medio de promover la igualdad de todos los individuos y de permitir la prolongación social del rol materno en la lucha contra los flagelos sociales, se asocia durante a guerra al combate pacifista y lo levantan        las feministas patriotas que piensan haber dado prueba de su valor. “Voto para las heroínas al igual que para los héroes”.
Olympe de Gouges se destacó por su participación en la Revolución Francesa, lo que hace identificarla como una de las primeras feministas. Se opuso a la inferioridad de la mujer en la revolución mediante la crítica de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y la redacción de una Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanía. Su activismo y sus escritos le valieron la condena y la muerte en la guillotina en 1793.
Amanda Labarca (1886 – 1975) Fue profesora, escritora, feminista, y política chilena.  Su obra se oriento principalmente a la mejora de la situación de la mujer latinoamericana y al sufragio femenino en chile.
En Chile las jóvenes Elaísa Díaz y Ernestina Peréz lograron entrar a la carrera de medicina en 1887, soportando crueles burlas y una fuerte discriminación; convirtiéndose en las primeras médico cirujanos de Latinoamérica.

Mujeres y la profesión docente 

Desde mucho tiempo atrás la profesión docente ha sido mayoritariamente un campo del genero femenino, esto se debe, a que las profesiones que las mujeres escogían eran mas que nada del tipo social, para ayudar en el labor comunitario, por ende las profesiones más cotizadas eran  las destinadas a ayudar a las personas. Hay que tener claro que en un comienzo estas ocupaciones no eran profesionales, es decir no había un perfeccionamiento tan riguroso para ejercer en estos campos, Por ejemplo, para llegar hacer profesora solo eran necesarios tres años de estudio, y mucho antes las enfermeras eran solo voluntarias, es decir mujeres sin estudio que tenían dinero y deseaban realizar una obra caritativa. Por otro lado, no era muy bien visto que un hombre se interesara en ser maestro de niños muy pequeños pues podía ser catalogado de desviado o pervertido, lo anterior también es una causa importante por la cual el numero de maestros era reducido.

A pesar de que las mujeres ocuparan un mayor número en la profesión docente, los profesores de género masculino eran los que se encontraban en los cargos más elevados; pues ellas eran catalogadas de inestables emocionalmente. Además, debían soportar fuertes críticas, por ejemplo que la Educación era una carrera de segunda fila, pues mayoritariamente las que optaban a ella eran mujeres, además que no tenían la capacidad de enseñar sino sólo de dar cariño y consentir, por ende malcriaban a sus estudiantes, que su rol principal era el de cuidar a la familia y que no tenían la responsabilidad necesaria con su trabajo, pues no era su prioridad.
Hasta el siglo XIX, la enseñanza secundaria estuvo a cargo especialmente de los hombres, pero cuando surgen los colegios para niñas las mujeres comienzan a abrirse camino en este campo laboral. Por eso, la OCEDE dice que: "Las oportunidades de las mujeres en la enseñanza se han visto sumamente afectadas, si no condicionadas, por factores socioeconómicos. En períodos de rápido desarrollo económico, los hombres se sienten atraídos por sectores distintos al de la enseñanza y se dirigen a empleos mejor remunerados en otros lugares."
Todavía hoy la situación no ha cambiado mucho; la profesión docente sigue siendo un campo femenino, aunque disminuye mientras el nivel de enseñanza es superior, esto se debe que el cuidado de los niños pequeños tradicionalmente se considerado como una extensión maternal, por ende, algo solo realizable por el genero femenino, por el contrario, en las Universidades trabajan mucho más hombres que mujeres.

Las discriminaciones salariales son evidentes, tienen menos probabilidades de obtener  puestos directivos y tardan más en llegar a esta escala en comparación con sus compañeros masculinos, además el trabajo docente con niños de párvulo y básica no es valorado ni respetado, las profesoras son categorizadas casi como una niñera, y por ende el colegio una guardería.